viernes, 19 de noviembre de 2010

no somos lo que decimos ser

7.02 am, había visto el reloj antes de colocar la luz de cruce a la izquierda. “Gracias Sr. Taxista” dije en voz alta, agradeciendo el paso que no me cedió; seguidamente pensé: “menos mal que son las 7.02”, lo que significaba que para mí era temprano.
Al voltear la vista al frente, esperando que el taxista avanzara, pude ver como 50 metros más adelante, un carro alcanzó a un motorizado, o el motorizado le llegó al carro, todavía no sé, sin embargo, en ese momento, lo que más me preocupó, fue la niña que estaba de parrillera, a quien gracias a Dios, a la destreza del piloto y a la frenada del conductor del carro, no le pasó nada, nisiquiera se tambaleó, bastante equilibrio del que goza la muchachita.
Luego del incidente, como es costumbre, los dos sujetos procedieron a discutir, situación por demás que me generó un ataque de nervios. El taxista, seguía a mi lado izquierdo, es decir, todo se detuvo por el show. Por un momento me sentí casi en un auto cine, en el que disfrutaba una película con 6 protagonistas, porque no sé cómo llegaron tan rápido 4 motorizados más para defender a capa y espada a su colega. En medio de gritos, golpes a los carros, manotazos, etc. la cola empezó a avanzar, pude incorporarme a la vía, pero justo al frente del incidente, otro conductor, para quien por lo visto también era temprano, muy temprano de hecho, le pareció buena idea detener “por completo” su vehículo, bajar el vidrio del copiloto y escuchar los gritos de la discusión, no sólo escuchó los gritos sino que lo aturdí con mi corneta, por entrépito. No tuvo otra alternativa que avanzar, luego de gritarme “atorada”. Llegar al semáforo fue toda una hazaña, ya no era tan temprano, 7:18am marcaba el reloj.
Todo eso sucedió en una de las principales calles del pueblo donde vivo, un pueblo por demás que es la capital de un estado, estado que se encuentra a 21Km de la capital del país. Entre tristeza y rabia sentí al ver que algo tan tonto generara tanto caos, en ese momento sentí que estamos predispuestos al conflicto, que en lugar de hacer un trabajo en común por un país mejor, luchamos por seguir siendo los que somos, esos que dicen ser graciosos y rocheleros en una fiesta pero que en la calle, donde deberíamos ser verdaderos ciudadanos, somos unos amargados, inconscientes, entrépitos e intolerantes.
7.40am marcaba el reloj cuando apagué el carro en mi trabajo.

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