martes, 30 de julio de 2013

Entusiasmo como arroz

Cuando pasamos mucho tiempo sin publicar, encontrar el tema para una nueva entrada me cuesta. Es como que poco a poco se apagara la llamita de la creatividad, esta vez, no fue la excepción. Cuando recibí la entrada de Kat no tenía la más remota idea de qué escribir.

Dándole a la cabeza encontré un tema gracias al cual siempre logro una entrada nueva, alcanzo un nuevo reto, ese clic que me ha dado la oportunidad de seguir, a pesar que mi alrededor este lleno de stops que bailan al ritmo del reloj.

El estusiasmo es el chispazo y el motor de la vida.

Imaginemos que tenemos todos los ingredientes para preparar un rico arroz con pollo o digamos un arroz con pollo, sin el rico para que no suene tan complicado. Los pedimos y caen todos en nuestra cocina como por arte de magia. Cuando nos disponemos a cocinar, nos damos cuenta que estamos pesados, que nuestras manos se mueven con lentitud, que en nuestra cabeza canta un pajarito que dice: otra vez te quedará mazacotudo, le faltará sal, se te quemará, no sabes cocinar, a nadie le gustará, te caerá mal, quedará pálido, y así continúa sin que ningún gato se digne a asustarlo. A medida que el pajarito sigue y sigue, los ingredientes se van dañando, van desapareciendo y tal como habían llegado, se van, ya no los tienes aunque puedas tocarlos. El chasquido de los dedos que los hace desaparecer se llama “falta de entusiasmo” una ventolera que apaga la mejor y más brillante de las llamas.

Querer hacer las cosas y tener ánimo para hacerlas, es el mejor aliado que podemos tener al momento de lograr cualquier reto por muy pesado y difícil que parezca. Cuando comenzamos, pareciera que todo se facilita, que se abren nuevas posibilidades a pesar que no siempre logremos a la primera lo que nos proponemos, seguir intentándolo y comenzar de nuevo es siempre la clave.

La ley del secreto es muy bonita pero poco práctica, expresa que imagines lo que deseas con fuerza y positivamente, que se lo cuentes al Universo y lo esperes sin ansiedad ni apego. Pues eso tan simple a mí no me funciona, porque hasta ahora, sigo esperando los ingredientes y el sartén nuevo del cielo. La imaginación sin esfuerzo y sin disposición es un desperdicio de energía, mejor sueñe para descansar y dormir sabroso, no para conseguir una realidad tangible que sólo logras si vas al mercado y a cambio de dinero te dan el pollo, además de eso te propones y lees unas cuantas recetas y le preguntas a par de viejitas la técnica para que el arroz quede sueltecito.

Aunque este escrito parece de Maite Sepúlveda, la idea es que materialicen todas las ideas que tengan en su cabeza, que no se queden sólo en ideas de cuentos, que se propongan una estrategia para alcanzarlas y empiecen por algo, así la primera vez se les queme, la segunda les quede crudo y la tercera mazacotudo, tal vez en la cuarta, la quinta o la décima quede bien, el truco, es no darse por vencido. Como diría mi jefe “métele corriente” a lo que sueñas y actívate en empezarlo, porque solo en la canción, del cielo caen limones.

Yo seguiré intentando el arroz con pollo, el siguiente paso: comprar un sartén nuevo.

lunes, 29 de julio de 2013

Nació aprendida

Siempre se confunden al tratar de calcular su edad, piensan que es mayor de lo que realmente es. Sin embargo, a ella no pareciera importarle, ni siquiera se preocupa por ocultarla.

No es debido a sus pocos comentarios infantiles, porque igual disfruta todas las películas de Disney. Ni creo que sea por viajar sola desde chama, aunque digan que el conocer otras culturas te ayude a crecer. Tampoco es porque, cuando comenzó a trabajar, saltó de su proyecto de pasantías a liderar un equipo de cinco personas que estaban bajo su cargo. Ni que ya sea la madre de dos hermosos niños. Personalmente creo que es una cuestión de actitud y es que, como digo yo, ella nació aprendida.

Su seguridad personal la hace desenvolverse sin problema en muchos escenarios y situaciones. La tenían que ver recibiendo feedback de su trabajo, siempre muy profesional. O bañando por primera vez a su hijito varón, parece que lo hubiera hecho toda su vida. Ella es una persona que no teme experimentar, y aunque eso le ha hecho derramar muchas lágrimas, también le ha traído muchísimas alegrías.

Así es cómo se hace admirar. Y aunque, a veces, nos saque de quicio, a sus hermanas nos enternece su esfuerzo en mantener unida a la familia. Entre los mil desacuerdos, peleas y regaños siempre esta su preocupación porque estemos bien y seamos felices. Así es ella, una hermana menor con un gran corazón.

martes, 2 de abril de 2013

Una mujer con nombre de hombre

Desde lo más alto se ve tranquila, sosegada y calladita; es de esas señoritas de pueblo que dejan mover su falda de flores mientras sonríen paseando por la plaza, cuando te acercas se desnudan y se muestran tal como son.

Vive en un huequito, entre el humo, el ruido y la gente. Viste bien, el verde le luce. No es tan elegante como otras, pero tiene su encanto.

Guarda tristeza, se le ve en los ojos, aunque su sonrisa no la refleja. La han visto llorar, tal vez está enferma pero nadie lo sabe, algunos dicen que de a poco se la devora un gusano gigante que vive en ella. Carece de educación pero su seguridad engaña, su competencia está lejos, no la preocupa. Renuente al cambio. Crece haciéndose más pequeña.

Consentida entre sus hermanos, la preferida del papá, el centro de atención de la casa. Todas las decisiones dependen de ella.

Algunas veces limpia y arreglada, otras, sucia y desordenada. Tan impredecible como peligrosa. Como el buen veneno, chiquita pero de gran corazón.

Aunque poco amable, da resguardo a quien lo pida. Nada confortable su compañía pero cuesta alejarse de ella. Es una mujer detrás de un nombre de hombre.

Sencillamente, así es Santiago de León de Caracas.

domingo, 31 de marzo de 2013

De madera tierna



A lo largo de mi vida he conocido a personas muy diferentes, bien sea por su nacionalidad, religión, estrato social, nivel cultural o profesión. Y al hablar de profesión,  he tenido la oportunidad – o la bendición, porque creo que no todo el mundo la tiene – de conocer a alguien a quien la inclinación a dicha profesión es, más bien, un llamado. Ésta persona tiene lo que se conoce como vocación.

La vocación no es un término exclusivo al estado religioso, aunque sea la referencia más común. Tanto para los ateos, laicos y practicantes de cualquier religión, la vocación “profesional” llega si cumple con una sola característica. La dedicación que uno le pone a su trabajo o la pasión que le inspira una actividad son atributos que te permiten disfrutar lo que haces; el esfuerzo y sacrificio que requiere le proporciona el valor. Sin embargo, la vocación necesita algo más, algo que no es muy fácil de conseguir. La vocación demanda una completa falta de egoísmo.

¿Entienden por qué digo que tengo la bendición de conocer a alguien así? Además, para mayor privilegio, la he tenido cerquita toda mi vida. Su vocación le llegó a los doce años aproximadamente, y desde los quince empezó a formarse en lo que, es hoy, su estilo de vida. Nunca deja de dar lo mejor de sí a todos sus pacientes; en sus guardias, post guardias, con o sin sueño, recién bañada o con la ropa del día anterior, recibiendo respuestas antipáticas y muestras de desprecio o las mas grandes demostraciones de cariño. No importa cómo, ella siempre está ahí.

De bella sonrisa y humor inteligente, es mi patrón y ejemplo a seguir. Con grandes ojos, que reflejan su transparencia, no juzga, no exige, brinda, apoya, escucha y aconseja. Llora con facilidad pero su fuerza interna está hecha de otra madera. De madera tierna y sensible. Ella es la persona menos egoísta que conozco. Ella es mi hermana mayor.

lunes, 25 de febrero de 2013

Sauce llorón


Tiene ochenta y tres años, era la mayor de sus hermanos, enviudó hace treinta y uno y es la segunda mujer más fuerte que conozco. La primera, su hija, pronto cumplirá años y, por suerte, es mi mamá.

Se podría llegar a pensar que esa fortaleza las hace menos sensibles, que son mujeres de poco llorar o que no empatizan fácilmente con los demás ¡Nada más equivocado! Las personas que las conocen enseguida se dan cuenta que son mujeres con las que se puede contar, que saben escuchar y empiezan a confiar en ellas inmediatamente. Es cierto que no las verás llorar a menudo, mi mamá no desperdiciará lágrimas en una película, pero te aseguro que las derrama sin decoro cuando un ser querido sufre. Ahora, su sufrimiento es muy particular y difícil de detectar porque no dejará que la veas llorar, no por evitar mostrarse débil, sino que no querrá que sufras igual.

Así es mi mamá, protectora y fuerte como el roble, aunque su árbol favorito sea el sauce llorón. Roble la llamo yo, como ella llama a su mamá - mi abuela – pero es que resulta que ella es el árbol en el que todos, los que tenemos la suerte de quererla, vamos a refugiarnos, porque sabemos que va a estar ahí, cobijándonos y protegiéndonos. Bien dice el refrán: de tal palo, tal astilla.

Esa es una de las cosas que más admiro de mi mamá;  su fortaleza. Así como de mi papá admiraba su autenticidad. Como siempre me sentí más parecida a mi papá, lo que me generaba conflicto era tratar de ser fuerte como mi mamá. Sobre todo durante esos años en que mi debilidad llegó a tal punto, que generó preocupación en ellos. Luego, juntos, aprendimos que no importa el nivel de fuerza o debilidad de las personas, sino cómo los uses. En ese momento era necesaria mi fragilidad.

Ahora y durante los últimos meses, contrario a lo que esperaba, no me he derrumbado y a ti te he visto llorar más de lo normal. Inocentemente, pensé que yo había cambiado o que me había endurecido y entendía que, en tu caso, no pudieras resistir más. Sin embargo, hace poco entendí que esta fortaleza no la aprendí, la recibí. Es tanto lo que tienes para dar, y tanto lo que das, que es un orgullo ser tu hija. Sólo me queda darte gracias, por fortalecerme y recibir mi cuota de fragilidad.

88 días para un día de 21K

Hace poco más de 4 años correr pudo llegar a ser aburridísimo, hasta que más por curiosidad que por placer fui a una carrera de 10K, esas que en Venezuela durante los últimos años se han vuelto lo más in de la sociedad caraqueña. Esa vez, completé la carrera en 1.09’ pero mientras corría fui capaz de conectar el hilito entre mi respiración, mis oídos y mi cerebro, dándole vida a una muñequita a control remoto, cuyos movimientos, dirección y velocidad dependían únicamente de las instrucciones de mi cabeza. Esa sensación es la razón por la que me he mantenido corriendo, yo dirijo mi cuerpo, me repito y me demuestro que si puedo, mientras veo y disfruto que otros también lo hagan.

Pasaron varios 10K, hasta esos 21K en arena. La peor experiencia deportiva de mi vida, terminé casi 4 horas después, no quedaba agua, estaba exhausta y por supuesto mal humorada producto del agotamiento; ese día, el siguiente, y el otro, me repetí: no más 21K.

La lengua es el castigo del cuerpo. Manuel, que se ha vuelto experto en convencerme, insistió que hiciera los 21K de la CAF 2.013. A pesar que la idea del CAF no me desagradaba del todo: el Maratón de Caracas, el gentío, el faranduleo, lo in, etc, etc, no estaba muy convencida. Me negaba a terminar destruida, cansada y con mi pobre cuerpecito adolorido por días. Sentencié: voy, si entrenamos. Él no sabía lo que estaba aceptando, pero con el correíto de confirmación con el 5681 como número de participante, empezó lo bueno, nuestro entrenamiento.

En principio y cumpliendo con su palabra se leyó varios planes, yo por mi parte también lo hice, pero por su experiencia y para evitar conflictos sentimentales, le permití hacer la rutina y me comprometí a seguirla. Le porfié algunas veces, bastantes sinceramente, pero finalmente, corríamos lo que el proponía, con algunas variaciones algunos días, lo reconozco. Empezamos calentando suavecito, dijo el primer día, se dio cuenta que suavecito debía ser siempre, su suavecito era correr para mi. Poco a poco se adaptó a mi ritmo y poco a poco se aburrió menos, como dicen por ahí, todo es cuestión de costumbre. Yo logré acostumbrarme a su presencia y hasta logré aumentar mi ritmo algunas veces.

Correr en la Recta de las Minas fue varias veces nuestra cita de los viernes en la noche y los domingos temprano, ni tan temprano, nuestro temprano. El Garmin fue nuestro aliado, nos ayudó a descubrir que de McDonalds a Farmatodo hay 500 metros y que del letrero de Unicasa hasta la redoma de Rosalito hay 3,57Km; tanto le dí al reloj, hasta que entendí como revisar las calorías que quemábamos, su Polar no podía ser mejor que mi Garmin. Corrimos en las Mercedes, pero no nos gustó madrugar y tampoco la suerte de los carros. Fuimos a los Próceres, disfrutamos de la noche y del Ávila de fondo, hasta sesión fotográfica de noche tuvimos; la cota mil, descartada en el tercer kilómetro, el peralte nos hacía doler las rodillas; no aceptó correr en la Guaira. Me llegué a levantar a las 4.40am para correr antes del trabajo; el lunes de carnaval, se le ocurrió subir hasta Parque El Retiro, la subidita eterna me agotó y no pude completar los 20K de ese día. Nos disgustaba el gentío y discutíamos cuando nos tocaba cruzar una calle, su caballerosidad y la mía se escriben diferente, paso yo primero así me atropellen, acordamos. Generalmente el corría más distancia, así que yo estiraba mientras lo esperaba; el a su manera accedió a estirar al terminar.

Estrenamos zapatos, probó los que se compró con y sin plantilla, por no escucharme pidió una talla menos y le quedaban justos; evaluábamos combinaciones, con visera y sin visera, medias finitas o gruesas, pantalones o shores.

Quisimos estrenar unas franelas, pero no pudimos, por lo que se nos ocurrió estampar en las franelas de la carrera unos muñequitos de “ella y el” con 21 y 42K respectivamente, eran bellos, una tarde del trabajo diseñé varios dibujitos y el prefirió esos; pero, algunas veces los peros sobran, el encargado del estampado metió la pata con un corazón en el medio, así como se los cuento, se le ocurrió porque pensó que la novia era cursi, se equivocó, y su inoportuno ingenio casi genera un caos a un día para la carrera, pero, un oportuno pero, decidí respirar profundo, reirme y aceptarla, no me quedaba más remedio. Cabe destacar, Manuel, feliz con sus muñecos y su corazón que ni centrado había quedado.

Durante los recorridos, comimos gomitas energéticas, quedaron descartadas para mí, revolvían mi estómago casi al instante, me caían malísimo. Descubrí que mi rendimiento era inversamente proporcional a la ingesta de comida, así que era mejor mi café con leche solito. Tomamos agua en diferentes proporciones, el tres en uno no llegó a ser nuestra recompensa para celebrar nuestros largos pero la pasta se ubicó en el top ten de comida de los domingos.

Nuestro plan, no era cualquier plan, también incluía largos. Los domingos eran días de madrugar, excepto uno, en el que por dormir un poco más, terminamos a medio día más que agotados. Esa tarde no valía ni medio, tal vez fue el agua con jabón por no lavar bien el pote unida a la deshidratación por no tener dinero para comprar agua, unos novatos en logística de entrenamiento. Fue emocionante sentir que poco a poco podía recorrer mayor distancia; a pesar de ese fatídico día del Retiro. Lo mejor de todo eran los lunes, amanecía como una lechuga, eso me motivaba aún más.

Así fue, entrenamos durante casi tres meses, 88 días antes de la carrera para ser más exacta, en principio los miércoles en la tarde sola, luego de madrugada juntos, los viernes distancias cortas y los domingos largos, la mayoría de las veces, juntos. Mi yo, pragmático, testarudo, metódico y constante intentaba no saltarse ningún día de entrenamiento, me volví una fiebrúa, tanto que si el dudaba lo presionaba para que me acompañara y no perdiéramos el ritmo, el también estaba entusiasmado, por su parte también hizo presión, que me disgustaba pero tenía su efecto.

A días para la carrera me enfermé y no entrené nada la última semana, estaba preocupada porque mis piernas se duermen facilito y luego las siento pesadas, aceptó acompañarme a soltarlas haciendo 3Km el sábado antes, al terminar chocamos las manos como señal de “bravo por nuestro entrenamiento”, que Dios nos acompañé dije y el lo reafirmó, así terminó nuestro acuerdo.

3.05am, sonó el despertador, había llegado el día y pidiéndole a Dios que nos acompañara empezó la mañana. Logré llegar a la meta tras 2.09.19”, nostálgica por la llegada y por la pancarta que Shari me hizo, verla a ella y a mi mamá a 500 metros de la meta fue una inyección de adrenalina y felicidad que diluyó mi cansancio. A Manuel lo esperé en la Previsora y lo acompañé el último kilómetro, llegó feliz, cumplió su meta, alcanzó los 42K antes de las 4 horas.

Lo mejor de la CAF, no fueron ni los 21 ni los 42K, fue haber llegado feliz, agradecida por disfrutar esas cosas con mi familia, haber trabajado en equipo durante dos meses, fue el pocotón de acuerdos a los que llegamos, el ánimo compartido, el alegrarnos por los días buenos y darnos aliento en los no tanto, míos en su mayoría. Fue adaptarnos, sin duda fue compartir. Creo que el próximo viernes extrañaré ir a la Recta de las Minas y el domingo esperaran frías las empanadas de camarones y pernil de la Naranja Sonriente. El se graduó de running coach y yo me convertí en su buena alumna, testaruda como ninguna pero buena, juntos logramos mucho más que llegar a la meta.

Finalmente, esto está súper cursi, pero así salió y así lo publico, tómenlo como una entrada que también hace homenaje al día de los enamorados. A partir de ahora comparto la razón por la que aquella lista de “actividades para hacer en pareja” estaba encabezada por “el deporte” cualquiera que sea.


viernes, 25 de enero de 2013

¡Aja 2013!


Generalmente, a principios de un nuevo año, las personas (incluida yo) hacemos un balance del año anterior y nuestros nuevos propósitos del que empieza. Sin embargo, mi 2012 fue de tal intensidad y en tantos sentidos, que es difícil medir. Lo que si puedo decir es, y eso lo saben muy bien ustedes, que dejé de escribir.


La razón o razones de ese abandono de Absurdades son muy variables y se pueden resumir en lo que acertadamente comentó Sharito en un twitt: #estabamosdeparranda. Pero a final del año pasado, en mi caso, fue una decisión consciente al saber que una de las personas más importantes en mi vida ya no nos iba a poder leer nunca más.

No solo me leía a mi, por ser su hija y por todo lo que lo fastidiaba para que lo hiciera. Nos leía a las dos. Lo hacía a su ritmo, se tomaba su tiempo y comentaba nuestros post con mensajes llenos siempre de halagos, alentándonos a seguir y mejorar cada día más. Entonces, ¿para qué volver a escribir si me mejor fan ya no está?

Esta ausencia me ha hecho plantear y replantear mi vida un millón de veces en estas últimas semanas. Y aunque me faltan cosas por decidir, una ya está lista: Absurdades regresa. Tómalo como un regalito de cumpleaños Hermano Gris porque sé que fuiste tu el que me iluminó, cómo siempre lo hacías, un día antes de mi charla con Sharon. Por eso, porque supe que siempre estarías leyéndome, a lo mejor antes que los demás esta vez y porque, como tu, yo siempre seré tu mejor fan. Te lo debo.

me gusta, te gusta, nos gusta y les gusta

Si hablamos de música prefiero la suavecita, de letras románticas y en español, pop rock, como le llaman algunos. No descarto el merengue guapachoso para bailar y una más que otra salsa; que hasta podría tararear. El reggaeton también me gusta, y lo digo sin tapujos, incluso el que no tiene letra, ese que a algunos les parece vergonzoso sin pies ni cabeza, yo lo canto, no sé bailarlo, me da como pena. No me gustan las canciones que no entiendo ni la música pesada que me aturda como el rock, así que, por lo antes mencionado, mi cultura musical es menos que básica, pero me pongo contenta cuando escucho mi guaracha y desentono cuando canto mis baladas.

En cuanto al deporte, me gusta trotar poquito a poco, detesto cansarme en exceso, podría decirse que soy una floja, pero así lo disfruto; la natación también me gusta aunque ya no la practique. No soy muy buena en los deportes en equipo, ya es suficiente con el trabajo. Estudié ingeniería, pero carezco de ingenio. Vender es lo mío. Me gusta el color blanco, el azul, el beige y también el rojo, en el vestir generalmente soy discreta, no me gusta la ropa apretada ni los escotes, aunque algunas veces uso camisas de tiritas. No salgo de mi casa sin secarme la pollina y sin echarme perfume; me maquillo poco y por lo general lo hago en el carro. Como de todo menos hígado, me encantan los dulces, el chocolate y sobre todos los helados. En cuanto a la política, no sé que soy, en mi país, eres de uno o eres de los otros, eso de ni-ni no existe, o bueno, existe para los que no quieren aceptar que son; creo que prefiero el trabajo digno, a estar apostando por el pregonar de promesas que nunca me cumplen. En general, y en lo que refiero, así soy, como verán, a veces, también hablo de más.

Hace días, en un simple relato, la ocurrente escritora hizo una acotación en la que agradecía al cielo que el reggaeton no formara parte del repertorio musical de su vecino, el tono del comentario fue tal que no presté más atención al escrito y decidí escribir al respecto.

Una de las cualidades que más aprecio en una persona es que sea auténtica, su sinceridad al momento de asumir una posición frente a una determinada situación, que sea transparente, con ella y con su entorno; sin embargo, a contraparte, muchas veces no le doy la oportunidad para serlo, porque me he vuelto experta cuestionando las preferencias de los demás, y tal vez por eso, me molestó tanto cuando cuestionaron una de las mías.

Muchas veces es difícil hablar de gustos y preferencias, casi siempre, lo mejor es lo nuestro. Asumir de manera abierta tus gustos, sin miedo a ser rechazado ni juzgado, es indicativo de tu seguridad personal, de tu autoestima. Por lo general tendemos a relacionarnos con personas que disfrutan de las mismas actividades que nosotros, manejan los mismos temas y compartan opiniones; cuando eso no sucede, no suele ser tan sencillo adaptarse al grupo o abrirse a las nuevas opiniones y a nuevas ideas, lamentablemente retrasamos nuestra evolución por la dificultad de adaptación o aceptación al cambio. Hay quienes, como el camaleón, gozan del don de adaptarse con facilidad a cualquier entorno y disfrutan de las diferencias de los otros a pesar que no las compartan, tal vez ellos, sean menos críticos, evalúen menos, aprovechen más el tiempo, cuestionen menos y sean más felices.

Uno de mis propósitos este año, será justamente eso, intentaré empezar a respetar los gustos de los demás sin opinar tanto, que cada quien vista como quiera, escuche lo que quiera, juegue lo que quiera, como prefiera, coma lo que le provoque, sea lo quiera ser, pero eso si, que no me moleste y menos cuando esté cantando mi reggaeton. Finalmente, el secreto debe estar ahí, en que cada quien viva sus gustos y disfrute sus preferencias sin perturbar a los demás, tal vez eso fue lo quiso decir la ocurrente escritora.