lunes, 4 de octubre de 2010

... he ahí el dilema

Yo no soy de esas personas que goza de una inteligencia superior al común denominador, es decir, puedo captar rápido algunas cosas, pero hay otras, que me cuestan; así como gozo de actitudes admirables, de vez en cuando me asaltan otras no muy dignas de contar. Claro está, en lo que corresponde a mi vida estudiantil, era tan metódica y planificada que parecía ser inteligente, pero yo sabía que eso no era tan cierto.
Tan cierto era, que en los últimos días me he dado cuenta que creía ser más inteligente de lo que soy. Si, es así, he resultado ser más lenta -menos rápida, suena mejor- cosa que, tal vez por mi lentitud, no me haga sentir mal.
El no ser tan inteligente ha provocado que todavía no entienda eso de que matemáticamente hablando, se puede ganar perdiendo; entiendo, que en la vida hay circunstancias que no salen como esperamos, lo que se puede considerar una pérdida, pero que en el fondo encierran un gran aprendizaje; en resumen, sería ganar experiencia, madurez, conocimiento, etc.; en general, aprendes a vivir, o simplemente vives.
Sin embargo, esto no es una cuestión filosófica, es una cuestión de números y si de algo estoy segura, es que los números no mienten. Si usted conduce a 140km/h y frena, disminuye su velocidad, comienza a ir más lento; claro, mientras los frenos funcionen. La idea de perder siempre se suele asociar a frenarse, a detenerse o para los más optimistas a avanzar más despacio.
De vez en cuando, no estaría de más considerar que frenar puede ser el impulso para avanzar, o que en lugar de frenar de golpe, es mejor ir a una velocidad moderada que permita tomar decisiones en el momento oportuno, evitando un accidente. A pesar que frenar es siempre una opción, hay para quienes cambiar la ruta es la mejor alternativa.
Así pasó, cambiaron la ruta generando un desequilibrio caótico, en el cual vivo y no comprendo, era más fácil saber y sentirse perdidos ganando, que perder, como dirían por ahí, “con todas las de la ley”. Asumir la derrota, es tan difícil, que si volvemos al tema del carrito y la frenada, podría decir que prefieren devolverse, que llegar de segundos, aún cuando tengan quien los aplauda en la meta; Gustavo Le Bon tenía razón cuando dijo: “retroceder ante el peligro da por resultado cierto aumentarlo”.
Sinceramente, no sé si gané o perdí, pero me quedó claro que las reglas de juego las pone quien lo inventa y que no importa que tan inteligente seas, lo que importa es que los demás entiendan lo que te interese.
Mi inteligencia, sigue estando en dudas, pero más o menos, somos mayoría, somos alegría.

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