miércoles, 21 de julio de 2010

Armando la vida

“La vida es un rompecabezas” dice mi mamá cada vez que me ayuda a armar alguno. Inevitablemente, cada vez que me concentro en buscar, seleccionar y unir piezas recuerdo esa frase y he llegado a la conclusión que es cierto, sólo que yo tiendo a ser un poco más complicada que mi mamá y pienso que “todo en la vida” es un rompecabezas; todo se ve mejor si cada ficha está en su lugar; todo se ve fácil una vez armado.
No todos los rompecabezas son iguales, los hay de piezas grandes, medianas y pequeñas, el número de piezas varía así como también su forma, el material de las fichas es diferente, la tonalidad de las fichas con respecto a la imagen impresa en la caja varía, en fin, todo es diferente, más o menos complicado; los hay para todos los gustos.
Lo más difícil de armar un rompecabezas es vencer la idea de que es imposible terminarlo, sin importar el tamaño, cantidad, forma y color de piezas, una vez que decides empezar ya el 50% del trabajo está hecho sin nisiquiera la unión de dos fichas; claro está, si se es una de esas personas que termina lo que empieza, lo que, de acuerdo a mi mente pragmática, es el deber ser. Si empiezas y no te gusta o te aburres, desarma lo armado y mételo en la caja, no era el momento de hacerlo, tal vez más adelante desees retomarlo o quizá otra persona prefiera armarlo, si no, al menos no se daña ni ocupa espacio.
Cuando dices “a empezar se ha dicho”: separar las fichas por color, armar las figuras o zonas del rompecabezas que se consideren más sencillas, separar minuciosamente las fichas del borde, armar palabras, entre otras, son estrategias que se ponen en práctica al momento de “poner manos a la obra”. Una vez que empezaste, descubres que la imagen tenía detalles que no habías percibido inicialmente, tonalidades que a simple vista parecían idénticas pero que no lo son, tu mente empieza a asimilar las escalas, hay fichas que te “pican el ojo” a cada rato y cuando te das cuenta con ellas unes varias secciones que antes tenías armadas de forma aislada. Así sucesivamente, hasta que quedan pocas fichas, y logras colocar la última ficha.
Así es la vida, como un rompecabezas, cuando te propongas algo, decídete a comenzar, entusiásmate, pon de tu parte, motívate y empieza por donde se te haga más fácil, porque aunque falten fichas y por muy difícil que parezca al principio siempre será posible armarlo.

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