lunes, 19 de diciembre de 2011

Lo esencial


“Lo esencial no esta en ser poeta, ni artista, ni filósofo. Lo esencial es que cada uno tenga la dignidad de su trabajo, la consistencia de su trabajo, el orgullo de hacer las cosas bien, el entusiasmo de sentirse satisfecho y de querer lo suyo. Es la sana recompensa de los fuertes, de los que tienen el corazón robusto y el espíritu límpido.

Dentro de los sagrados números de la naturaleza, ninguna labor bien hecha vale menos, ninguna vale más, todos somos algo necesario y valioso en la marcha del mundo.

El que construye la torre y el que construye la cabaña, el que cose los mantos imperiales y el que cose el traje humilde del obrero, el que fabrica las sandalias de seda imponderables y el que teje la ruda suela que defiende en la heredad el pie del trabajador.

Todos somos algo, representamos algo, hacemos vivir algo. El que siembra el grano que sustenta nuestro cuerpo vale tanto como el que siembra la semilla que nutre nuestro espíritu, ya que en ambas labores hay envuelto algo trascendental, noble y humano: dilatar la vida.

Tallar una estatua, pulir una joya, aprisionar un ritmo, animar un lienzo son cosas admirables. Hacer fecunda la heredad estéril y poblarla de florestas y manantiales, tener un hijo inteligente y bello y luego pulirle y amarle; enseñarle a desnudarse el corazón y a vivir a tono con la armonía del mundo, esas son cosas eternas.

Nadie se avergüence de su labor. Nadie repudie su obra si en ella a puesto el afecto diligente y el entusiasmo fecundo. Nadie envidie a nadie, que ninguno podrá regalarle el don ajeno, ni restarle el propio. La envidia es una carcoma de las maderas podridas, nunca de los árboles lozanos, ensanche y eleve cada uno lo suyo, defiéndase y escúdese contra toda mala tentación.

Que si en la palabra religiosa de Dios nos da el pan nuestro de cada día, en la satisfacción del esfuerzo legitimo nos brinda la actividad y el sosiego. Lo triste, lo malo, lo dañino es el enjuto del alma, el que lo niega todo, el incapaz de admirar y de querer,  lo nocivo es el necio, el inmodesto, el que nunca ha hecho nada y lo censura todo, el que jamás ha sido amado y repudia el amor; pero el que trabaja, el que gana su pan y nutre su alegría, el justo, el noble, el bueno, para ese sacudirá el porvenir sus ramajes cuajados de flores y rocíos, ya tale montes o cincele poemas.

Nadie se sienta menos, nadie maldiga a nadie, nadie desdeñe a nadie, la cumbre espiritual del hombre ha sido el retornar al abrazo de las cosas humildes.”

Tan de acuerdo estoy con este texto que lo copié de la ventanilla de mi “portero” para compartirlo con ustedes. De haberlo escrito yo, estaría redactado distinto, con otras palabras, y aún así creo que no habría conseguido el mismo mensaje ¡Disfrútenlo! Y si tienen que leerlo más de una vez (que es lo más seguro) ¡Háganlo!

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