viernes, 24 de septiembre de 2010

Poderosa carta

Señor,

Mi intención con esta misiva no es criticarlo, juzgarlo y mucho menos condenarlo. Esta carta tiene la finalidad de aclarar las dudas que me han surgido a raíz de ciertas manifestaciones de su presencia a mi alrededor. Son sólo unas pequeñas reflexiones y esperaría que alguna vez me respondiera para así entenderlo mejor.

En primer lugar, usted tiene la característica de estar presente en varios sitios a la vez. No se si en todos, por lo que no lo catalogo, todavía, de omnipresente. Además, he notado que se presenta de manera sigilosa, pausada y meticulosa. Tiene la facultad de elegir a una persona desde la cual poder actuar y se va apoderando de ella, guiando y manipulando sus acciones. Pero ¿qué lo hace elegir? ¿Cuáles son las características que la persona debe tener para ser seleccionada? El común denominador, del que me he dado cuenta, es la fuerza. Estas personas suelen ser fuertes de carácter y defienden su manera de pensar a capa y espada sin importar, en algunos casos, quien resulta beneficiado. Asimismo, están convencidos que no hay una mejor forma de hacer las cosas sino como ellos dicen, ni persona que lo pueda hacer mejor que ellos mismos.

Ahora bien, le tengo que confesar que, la mayoría de las veces, su presencia me incomoda. Disculpe si este comentario le resulta desagradable y permita explicarme mejor. El tipo de personas descritas anteriormente no presenta mayores defectos, de hecho, para muchos están llenos de virtudes. El problema aparece cuando usted las posee ya que, poco a poco, como un buen licor, les va nublando el entendimiento y embriagando las intenciones. Pareciera que usted despierta en ellos los sentimientos mas oscuros y perturbadores del ser humano, los cuales comienzan a ser usados para obtener resultados y lograr objetivos, sin importar a quienes se lleve por delante. Con esto no quiero decir que esas sean sus intenciones, no mal interprete mis palabras, pero si me creo responsable de, por lo menos, llamarle la atención en este particular. Si en algún momento lo hago reflexionar, ya me daré por satisfecha.

De ahí viene mi motivación a escribirle y, sinceramente, espero que me sepa entender. Aunque me he sentido atropellada por personas borrachas de usted, no le tengo el más mínimo rencor. Es más, me atrevo a retarlo a poseer a personas fuertes de espíritu, no solo de carácter. Estoy segura de que ellas van a limpiar la imagen que se tiene de usted. O por lo menos, la mía.

Agradecida,
Yo

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